lunes, 11 de noviembre de 2013


Transformando un coche de desguace en un auténtico coche de rallye.

Ya han pasado casi 10 años, pero recuerdo este proyecto con gran nostalgia y satisfacción.

Por aquellos tiempos los coches eran mi gran pasión, pero por supuesto no tenía ni un triste duro para gastar, así que convencí a 3 amigos para meternos de lleno en este proyecto.

El presupuesto del que partíamos era prácticamente nada, no nos llegaba ni para las ruedas, por lo que el primer paso era buscar patrocinadores. Confeccioné un dossier para presentar a los potenciales inversores y manos a la obra, en busca de patrocinadores.

El resultado fue más que satisfactorio, conseguimos más de 3.000 € por correr ese año con la publicidad de numerosos establecimientos, restaurantes, pubs… Estábamos muy contentos, pero hay que reconocer que aunque ya teníamos algo, no era suficiente para comprar un coche usado en buenas condiciones.

Tocaba trabajar duro, puesto que la solución fue comprar un coche de rally siniestrado y un coche de calle homologo muy barato. Tan barato, que casi fue regalado, ya que estaba a punto de ir para el desguace. Por delante quedaba muchísimo trabajo: retirar todo lo innecesario de un coche de calle, colocar arco de protección, equipos contraincendios y contracorrientes, soldaduras de refuerzo en el chasis, abrir y reparar todo el motor…


De chapa también nos dio su trabajillo, estaba que dada pena, martillazos, lija y cemento por doquier, pero la verdad es que el resultado fue formidable.







 

El motor era prácticamente de serie de 205 rallye, no había presupuesto para más, se abrió por completo y se cambiaron todas las juntas, retenes, segmentos y pulí los asientos de válvulas. Todo para dejar como nuevo este viejo pero enérgico motor.





Para hacerlo un poco más competitivo, instalamos embrague de competición y una caja de cambios con relaciones más cortas, de una furgoneta gasolina de desguace por supuesto.

 
Se revisó el equipo de frenado, hice un precioso escape completamente de tubo de acero inox., amortiguación, luces…

 


 
Poco a poco fuimos haciendo nuestro sueño realidad, recuerdo el día que lo sacamos del taller de la escuela donde estudiaba, después de varios meses de duro trabajo por las tardes y fines de semana, era el momento de ver el resultado.

Tocaba sacarlo de su dique seco, y tras dejarlo calentar lo suficiente, era el turno de probarlo en una pequeña pista de pruebas. No puedo ser más emocionante, la alegría casi nos hacía llorar, el coche sonaba de lujo, aceleraba como un auténtico coche de carreras y tenía un comportamiento fantástico. Nuestro sueño hecho realidad.

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