Transformando un
coche de desguace en un auténtico coche de rallye.
Ya han pasado casi 10
años, pero recuerdo este proyecto con gran nostalgia y satisfacción.
Por aquellos
tiempos los coches eran mi gran pasión, pero por supuesto no tenía ni un triste
duro para gastar, así que convencí a 3 amigos para meternos de lleno en este
proyecto.
El presupuesto
del que partíamos era prácticamente nada, no nos llegaba ni para las ruedas,
por lo que el primer paso era buscar patrocinadores. Confeccioné un dossier
para presentar a los potenciales inversores y manos a la obra, en busca de
patrocinadores.
El resultado fue más
que satisfactorio, conseguimos más de 3.000 € por correr ese año con la
publicidad de numerosos establecimientos, restaurantes, pubs… Estábamos muy
contentos, pero hay que reconocer que aunque ya teníamos algo, no era
suficiente para comprar un coche usado en buenas condiciones.
Tocaba trabajar
duro, puesto que la solución fue comprar un coche de rally siniestrado y un
coche de calle homologo muy barato. Tan barato, que casi fue regalado, ya que estaba
a punto de ir para el desguace. Por delante quedaba muchísimo trabajo: retirar
todo lo innecesario de un coche de calle, colocar arco de protección, equipos
contraincendios y contracorrientes, soldaduras de refuerzo en el chasis, abrir
y reparar todo el motor…
De chapa también nos
dio su trabajillo, estaba que dada pena, martillazos, lija y cemento por
doquier, pero la verdad es que el resultado fue formidable.
El motor era prácticamente
de serie de 205 rallye, no había presupuesto para más, se abrió por completo y
se cambiaron todas las juntas, retenes, segmentos y pulí los asientos de
válvulas. Todo para dejar como nuevo este viejo pero enérgico motor.
Para hacerlo un
poco más competitivo, instalamos embrague de competición y una caja de cambios con
relaciones más cortas, de una furgoneta gasolina de desguace por supuesto.
Se revisó el
equipo de frenado, hice un precioso escape completamente de tubo de acero
inox., amortiguación, luces…
Poco a poco
fuimos haciendo nuestro sueño realidad, recuerdo el día que lo sacamos del
taller de la escuela donde estudiaba, después de varios meses de duro trabajo
por las tardes y fines de semana, era el momento de ver el resultado.
Tocaba sacarlo de
su dique seco, y tras dejarlo calentar lo suficiente, era el turno de probarlo
en una pequeña pista de pruebas. No puedo ser más emocionante, la alegría casi
nos hacía llorar, el coche sonaba de lujo, aceleraba como un auténtico coche de
carreras y tenía un comportamiento fantástico. Nuestro sueño hecho realidad.
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